Una multitudinaria soledad
invade el rincón más interno;
cruda, infinita, voraz.
La presencia más ausente la conmovió,
su marca latente la anonadó.
¡Cuánta hipocresía sintió esa mañana!
No quiso de la duda hacerse amiga.
No quiso abrazar la desconfianza.
¡Qué iba a saber que su padre profesaba
siempre las más grandes enseñanzas!
Palpitó, soñó. Lo había presentido.
De su sueño había salido.
Le habían avisado, la habían prevenido.
Pero en ese instante de soledad cruel, carecía de sentido.
(Y ya me alejo más del suelo, y ya me alejo más del cielo)
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